viernes, 30 de marzo de 2012

De amanecer

En mis despertares, el único momento de verdadera calma viene en los cortos segundos antes de cobrar conciencia, de ver que seguimos vivos y que el nuevo día trae una ola nueva de angustias y preocupaciones. Cuando mis hijos eran muy pequeños, pensaba que cuando crecieran iba finalmente a poder dormir a pierna suelta; toda la noche. Hoy día me pregunto si podré tan solo dormir ocho horas seguidas.

Mi hijo orbita alrededor de nosotros como un satélite que cada día se aleja más. La se˜ãl de radio aún es suficientemente fuerte como para mandar y recibir mensajes, pero temo que un día amanezcamos oyendo pura estática. Eso me llena de pavor. Mientras, soy como un detective, buscando pistas, claves, detalles de operaciones extrañas, indebidas, peligrosas. Encuentro pedazos, nada más, e interpreto, pues los interrogatorios hace tiempo que nos llevan irremediablemente a un callejón sin salida. Un muro pesado, alto, de concreto...frío. Mejor no hago preguntas. El problema es que entonces tengo sólo mi imaginación para elaborar respuestas.

Me gustaría no necesitar respuestas. Algo tan natural como para él es no necesitarnos. Aunque anoche entró a mi cuarto diciendo que le dolía un hombro y no podía dormir del dolor. Aún me necesita, pienso yo......¿por cuánto tiempo más?.