martes, 10 de mayo de 2011

10 de mayo

Mi primer recuerdo en la vida, es el olor de mi madre. Su calor, su textura, su amplio vientre que me acoge y su regazo que me recibe. El dicho que habla del "amor incondicional de una madre" se aplica severamente a la mía: nunca hubo una que mejor supiera lo que representaba tener hijos.

Mi madre nos parió, nos cobijó, nos alimentó y nos apapachó. Nos educó, nos regañó, nos llevó y nos recogió. Mi madre no me faltó ni un solo instante.... y eso, entiendo que no es algo de lo que todos puedan presumir; pues ella fue muchas cosas, todas las cuales las hizo maravillosamente, pero siempre supo donde estaban sus prioridades. Ella fue una estupenda hija, adquirió responsabilidades desde chica, se hizo cargo de sus hermanos, ayudó siempre a sus padres. Como hermana, ha sido y sigue siendo admirada por todos, los de sangre y los políticos, pues es su figura materna lo que han seguido siempre. Como esposa, tal vez su labor más titánica, supo ser para la enorme personalidad de mi padre, un ancla, un puerto y un mar; dándole su espacio, respetándolo y siendo su mayor soporte.

Pero su magnus opus fuimos nosotros, y el mérito es prácticamente todo suyo. La madre Mila se quedó en casa a criarnos, porque así lo dictaban las normas y así lo quiso ella; aunque, en plena mitad de los años sesenta, el despertar del movimiento feminista se hacía claro y la necesidad de salir del molde y tomar el mundo de los hombres por las riendas se volvía imperiosa para muchas mujeres, para mi mamá fue más que nada la oportunidad de salir a las calles a manifestarse por causas sociales, la necesidad de terminar la escuela como el estado manda y no el sagrado corazón (colegio al que acudió toda su vida) y encontrar, casi por accidente, su verdadera vocación de maestra. Pero primero que todo ello junto, ella se quedó en casa y nos crió.

Mi madre estuvo ahí, cual tarjeta cursi de Hallmark, en todo momento. Cada golpe, cada fiebre, cada cumpleaños, cada tragedia, cada desayuno (bueno, salvo los de los fines de semana después de las rumbeadas con mi papá), cada comida, cada navidad, cada junta de la escuela, cada festival, cada clausura de año escolar, cada exposición, cada exámen de admisión, cada audición, cada despedida, cada bienvenida, cada boda, cada parto, cada fiesta infantil, cada piñata, cada recital. 
Dichosos nosotros, ahora lo veo. Era algo tan natural como la vida misma y no sabíamos que, en realidad, era un verdadero lujo.... y un absoluto privilegio. Pues la presencia física no es lo que importa, realmente, sino la involucración en todas esas pequeñas cosas, como canta Serrat, a quien mi madre adora.

Para mí, ella es la encarnación de la madre en todos sus significados y nunca, nunca, ni podré replicar una fracción de su talento, ni podré agradecerle suficiente. Pues la fortaleza y seguridad que ella irradió siempre, nos hizo fuertes. El infinito amor que nos derramó, nos hizo más humanos. La constante confianza y serena sensatez, nos enseñaron a ser consecuentes y justos. Su extraordinaria pasión por su familia, nos hizo querer hacer una también; y en eso, en cada nieto, nuera y yerno, se respira su presencia y su indudable legado. 

No es accidente que Mila se volviera maestra. Si algo, es quizás un reconocido premio que la vida le dio por su estupendo e inigualable talento maternal. Mi madre es una estupenda maestra; quizás de las mejores que haya habido y me hace muy, muy feliz, saber que en su vida encontró y siguió su llamado (de nuevo reto al lector, a que nombre a quien haya tenido tal suerte). Y lo hizo entregada, totalmente, con absoluta convicción y amor; por los niños todos y por el oficio mismo.
Mi madre es, finalmente, un símbolo de lo que, en suma, necesita urgentemente la especie humana para sobrevivir y seguir adelante.

Con toda la admiración y respeto del mundo. 
Te adoro, mami.


 
Mi madre y su primer nieto, Sebastián.

4 comentarios:

  1. Impresionante testimonio; y estoy de acuerdo contigo.
    Las madres, la madre de todos nosotros es siempre la abnegación y el amor; la lucha para sacar adelante los suyos ante la adversidad.
    La dulzura que tranquiliza la dureza del padre.

    Real y emocionante.

    Besos.

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  2. muy lindo escrito Andrea, un abrazo

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  3. Emocionante relato.
    Mi madre tb fue un poco asi en una gran parte de su vida.

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  4. Emocionante relato.
    Mi madre tb fue un poco asi en una gran parte de su vida.

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