viernes, 17 de junio de 2011

Anoche soñé

Soñé que llegábamos de un viaje, o que recogía yo a Fernando, y en el avión venía mi papá. Me causaba eso mucha sorpresa, pues él había venido recientemente, de visita; solo que, esta vez, no me había avisado y venía solo.
En mi apuro por irnos a donde teníamos planeado, lo dejé todo desacomodado en mi cabeza y Fernando y yo nos fuimos. Por supuesto, no tardé mucho en caer en la cuenta de que, sin quererlo, había yo dejado a mi papá, quien jamás viaja solo y no se puede hacer entender más que en español, varado en algún lugar entre el avión y cualquiera que hubiera sido su destino final. Sin embargo, algo no checaba: él no me avisó (1), no parecía ni nervioso ni asustado (2). Muy extraño todo. Decidí entonces que había hecho este viaje con la intención de sorprenderme y que, coincidentemente, habían venido los dos en el mismo avión.

Me decidí a buscarlo, abandonando lo que estaba haciendo y las prisas por llegar. Repasaba en mi cabeza el dialogo natural que, en circunstancias normales y enteramente lógicas, hubiera sostenido con él cuando me lo encontré: ¿Pero qué haces aquí? ¿Porqué no me avisaste que venias? ¿Tienes equipaje?. Y el ya me explicaría que no, que ha querido darme una sorpresa y se ha arruinado por tal coincidencia; que ya ha hecho arreglos para su estancia y que se quedará en el departamento que está vacío. Me dirá que no me preocupe, pues ya él se hizo cargo de todo.

Pero esto de los sueños no funciona con ninguna lógica y este diálogo lo he sostenido yo dormida con mi mente semi-despierta. La realidad...no real de mi sueño, es que yo he vuelto a la costa, donde existe un edificio de departamentos, donde me he encontrado con la hija de una amiga muy querida de Westport, con quien he platicado y le he contado de los eventos de esa mañana (que ya han pasado varias horas, por cierto) y ahí estamos, merodeando alrededor de uno de esos departamentos, pues Arianne me dice que ella no ha visto ni oído nada y piensa que el lugar está vacío.

Me invade cierto miedo y culpa: abandoné a mi papá; lo dejé solo por estar con las prisas de mi vida y él, que tan solo quería venir a verme...

Atisbando por una ventana, distingo la esquina de una cama que, en principio, muestra la planchada estiradez de una cama perfectamente hecha, pero mientras mis ojos se deslizan en diagonal en un panning cinematográfico (de esos de los que se sirven para causar suspenso y expectativa en el público) poco a poco se nos revela que no, que la cama está deshecha y que alguien ha dormido ahí. Esto me llena de alivio; quiere decir que mi padre supo salir del avión, recuperar su equipaje y llegar sano y salvo a su destino. Una discreta mirada hacia el balcón, lo descubre finalmente, descansando en una silla, con sus pants, arropado en su bata calientita, leyendo el periódico....su cigarro entre los dedos.

Entiendo entonces: mi padre ha venido a visitarme una mañana cualquiera, como hacía yo hace tiempo, y me espera sentado, con café recién hecho, para comentar las noticias del día.

1 comentario:

  1. Yo ahora a los recuerdos que viven en nosotros les llamo fantasmas, pero sé que a muchos la palabra los asusta (como a mí hace algunos años).
    Cada vez que me visitan, sea en sueños o en la realidad, me emociono, sé que esas imágenes son parte de ellos y parte de mí también (especialemente de mí), que sus palabras me hablan con sus tonos y con mis ideas, que lo que siento son mis impresiones y sus curiosas actitudes, sólo de ellos, también.
    Me gusta sentir que me aman, que me preocupo de ellos y que viven como sea sanos, salvos y queridos.
    Creo que tu sueño también fue mi sueño al leerlo, tu padre fue mi padre como tu eres mi hermana.
    Perdona las palabras que suena a confusión, amiga, dejé hablar a mis recuerdos sobre ti y tu vida que, recuérdalo, viven también en mí.

    Un abrazo.

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