jueves, 31 de marzo de 2011

Crónicas de los hijos: El tiempo es de ellos

Es impresionante cómo los hijos dominan cada minuto de tu vida, incluso los que pertenecen a las vacacones. Es más, creo que en tales fechas es incluso peor, pues ahora todo lo que tienen es tiempo libre que ocupan en, industriosamente, encontrar el peor momento del dia para que los lleves a algún lado, para avisarte que en cinco minutos van a aparecerse como 10 adolescentes a tu casa, para que los lleves a comprar el particular artículo chatarrezco de comida, para que los lleves a comprar una camiseta que absoluta y categóricamente tienen que poseer en ese momento preciso y otras tantas actividades que no pueden esperar a que: termines de bañarte, de escribir y contestar numerosos emails, de practicar tu música, o de siquiera terminar de dormir una siesta. Porque claro, ellos estarán de vacaciones, pero una todavía tiene que levantarse temprano y hacer la vida regular, de manera que para las 3:00 de la tarde, después de llevar despiertos como una hora y ya estar absolutamente aburtridos, les parece suficientemente válido que uno deje todo lo que está haciendo (aquí se incluye un pequeño clip en donde yo estoy en el proceso de meter una carga de ropa a la lavadora y sacar otra de la sacadora, al mismo tiempo que mi hijo de 13, me dice que si lo puedo llevar a la casa de Fulano y que tiene que ser justo en ese momento porque lo están esperando y además que le de dinero para que pase a Subway a comprarse un sandwich) y se ocupe exclusivamente de ellos.

Lo más divertido es cuando no entienden el sarcasmo:
El: Oye, pero tienes que venir por mí antes de las 5 porque después voy a casa de Giselle.
Yo: Ah, perfecto. Como no tengo nada que hacer, mejor me espero aquí afuera a que termines con el primero y, cuando estés listo, te llevo a tu segunda cita....
El: OK.

O cuando solitos se tiran de cabeza:
El: ¡Ah! por cierto, ¿al rato me puedes llevar a la casa de Finkle? porque tiene una fiesta.
Yo: ¿Quién? ¿fiesta? ¿dónde vive? ¿quién va a ir? ¿va a haber papás?
El: ¡Por dios mamá!, ¿es que nunca puedes confiar en mí? ¡Siempre asumiendo que vamos a estar haciendo cosas horribles! ¡Tú sabes que yo me porto bien y nunca hago nada que no debo!
Yo: Uta..... pues eso espero.
[breve pausa]
El: Oye mamá, ¿podemos pasar a la tienda para que me compres un six-pack?

Incluso mi hija menor, de tan solo ocho, ya está entendiendo que esto del tiempo de ocio es algo que tengo que manejarle como si fuera yo la maestra en Relaciones Públicas de la empresa más cotizada. Nada más clarea el día y ya está al lado de mi cama preguntando qué va a hacer hoy, qué plan le tengo preparado, qué le voy a dar de desayunar y de cuántas maneras voy a sacarla del aburrimiento en el que caerá irremediablemente cada media hora. Lo peor es que no entiende sutilezas, pues ya intenté de miles de maneras, de pasarle este claro mensaje: "No me voy a levantar porque tengo ganas de no hacer absolutamente nada hoy, así que voy dormir todo el dia si se me antoja, y después, voy a tomarme todo el tiempo del mundo en desayunar y leer, así que si te aburres, ahi ves cómo te las arreglas pues ese no es ni será mi problema en tanto dure la vacación".  Acto seguido, el pequeño bultito aburrido se sienta casi encima de mí en la cama y dice, ajena a todo mi discurso: "mamá, tengo hambre..... ¿me haces pan francés?"

Es por estas cosas que tantas familias deciden pasar las vacaciones en el Club Med, o en el hotel todo-incluído donde hay club de niños y los mantienen todo el día ocupados con numerosas actividades. Pero mis hijos son por naturaleza torturadores (sin mencionar además excesivamente  huevones) y decidieron hace varios años que, eso del club infantil, es un concepto horrible e inútil y que, para ellos, la diversión está en dormir hasta el mediodía y después tirarse a ver la tele o pelearse con el hermano o hermana más cercano. Yo entonces me siento a ver a las otras familias, cómo los padres se acuestan en la playa por horas a leer, o están desde temprano depositando a sus hijitos en la fila con los otros niños, entusiasmandos todos por el plan del día, o cómo pasan por la alberca o la cancha de volleyball donde encuentran a alguno de los chicos y los saludan de lejos "¿Te la estás pasando bien Pablito?" y el vástago contesta "¡genial, mami! ¡al rato vamos a jugar a la búsqueda del tesoro!", y yo  me pregunto qué chingados habré hecho mal y en qué momento de la crianza de mis hijos se les descompuso el chip de la "diversión para grandes y chicos" que tanto nos anuncian por cuanto medio publicitario se tope uno.

Claro que, pensándolo bien, nosotros como padres nunca nos hemos compramos el chip mencionado.... Hemos preferido siempre marchar por nuestro propio batir del tambor y hacer lo que se nos ocurre imprevistamente ese dia. El problema es que es fatigosamente dificil manejar tanto caos colectivo y, por eso, desde ahora me declaro enemiga perpetua de las vacaciones. El día que realmente quiera pasármela bien y tranquila, agarro y me voy yo sola a donde sea. No tiene siquiera que ser un lugar lejos, siempre y cuando no me despierte nadie ni tenga yo que sacarlos de la cama para forzarlos a salir a divertirse como los demás.

Y es que, realmente..... ¿quién quiere ser como los demás?
Y bueno.... a veces, yo.

1 comentario:

  1. Jajajaja, yo siempre he dicho que mi concepto de vacación es que nadie me pregunte nada, ya con éso.

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