martes, 22 de febrero de 2011

Contigo aprendí

Me enseñaste todo; desde las cosas más simples, como usar un desarmador, hasta a manejar y tener buen juicio. Me enseñaste a echarle a la vida picor, sacarle el jugo a todo. A vivir en el momento y sacarle provecho, pero de manera responsable. Tú y el maestro Pepe compartieron siempre esa filosofía: Responsabilidad.
Nunca faltaste a tus obligaciones ni nos permitiste a nosotros faltar a las nuestras. Me enseñaste a dar siempre la cara y defender siempre la razón. Me enseñaste a no decir mentiras y a que la verdad siempre nos hará mejores seres humanos. Me enseñaste el verdadero valor de la humanidad, en la cual tuviste siempre tanta fe. Me enseñaste sobre países y gobiernos, sobre ríos y montañas, sobre datos, fechas. Me enseñaste canciones y pisadas imposibles en la guitarra; y que se puede ser músico aún sin saber leer la partitura.
Sabías de cosas terrenas y espirituales. De cosas de ricos y de pobres. Pero sobre todo, sabías de las cosas de adentro, de nuestras debilidades y fortalezas... y de nuestra humildad, la más humana de las cualidades.

El Negro en su elemento. Su amada casa de Amatlán, en donde me enseñó a jugar Ajedrez, a subir montañas y a cortar limones. 
En noviembre de 2001, pasó a visitarme a mi casa de Westport, CT. Fue la última vez que vino a verme a Estados Unidos; con eso de que nunca le gustó ir "donde los gringos". Pero esa noche, coincidente con la visita del querido Bernie y otros amigos que vieneron a celebrar mi cumpleaños, el Negrito por supuesto nos regaló un par de canciones, sentidas en serio y sin necesidad de traducción al inglés.... digo, si no entienden ¡pos que se chinguen! (diría él).

No hay comentarios:

Publicar un comentario